En este blog se hicieron tres reseñas de películas bajo la premisa “siguiendo a Lanthimos”. Podés leerlas acá:
Siguiendo a Lanthimos: The Lobster
Siguiendo a Lanthimos: El sacrificio del ciervo sagrado
Pero, ¿Por qué esta idea de “seguir” al director griego?
Desde su estreno, Pobres Criaturas logró algo que hacía bastante que una película no conseguía: poner en boca del mundo un cine diferente al netamente Hollywoodense. Es cierto que para lograrlo, tuvo que “caer” en el inglés y en actores mainstream, como casi todos (queremos tanto a Parasite). Pero el cine de Yorgos Lanthimos siempre fue distinto, y esta nueva película suya no es la excepción a la regla.
O tal vez sí.
Pues resulta llamativo lo que consigue. Para quienes supone un primer acercamiento con el cine del director griego, provoca cierto desagrado, imagino similar al que puede generar canino. Para quienes estamos más ejercitados en su cine, es un peliculón de pochoclo; todo lo que querés ver tomando mate en el sillón. Es que después de digerir obras como El sacrificio del ciervo sagrado, Poor Things es un juego de niños. Lanthimos.
Pero hay más.
A partir de Pobres Criaturas, volví al director griego a hacer esta especie de revival por su obra, y descubrí algo que me hace verlo todavía con mejores ojos. Tiene muy bien distribuidas sus películas en las distintas plataformas de stream. Quizá todos lo hacen, pero en Lanthimos se nota. Es como si cada película perteneciera orgánicamente a la plataforma en la que puede verse y no a otra. Como si el lugar de la exposición fuera parte de la misma obra y no un simple trámite que hay que cumplir.
En suma: gran valor, el de Yorgos Lanthimos.
Lo de seguirlo, es un decir, por supuesto. Una pequeña propuesta para que otros se le animen a sus películas. Una excusa para recordar que hemos visto cine que nos ha marcado. Para recordar, también, que no todos los directores lo consiguen; pero que los que lo hacen, quedan en la memoria. Tan solo un motivo para celebrar el buen cine.